Marcado: Caso Perdido.

Soy de esas personas extremistas.
Si en cierto momento estoy feliz, estoy feliz a una máxima potencia. Salgo a la calle y casi casi salgo a cantar sobre lo bonito que es todo en la vida. Todo, todo.
En cambio, si estoy triste, me encierro en mi habitación y me quedo pensando en lo estúpida que soy, en el por qué del todo y me dedico a oir música hasta dormir. Si me siento triste no lloro, sólo lloro cuando me han lastimado, pues.
Cuando ando de buenas siempre respondo con un ademán elegante, una sonrisa y, a veces, hasta doy las buenas tardes (según sea el caso).
Cuando estoy de malas me guardo el coraje y en cierto punto hago cualquier cosa para desahogarme.
Cuando estoy indiferente, no pasa nada. Cuando estoy interesada pasa todo.

Llevo todo a la exageración: O me importan mucho las cosas o de plano no me fijo en ellas.
Si me fijo en este problema, es que me importa mucho.
Pero, después de todo, me fijo en todo. Me importa todo.
Todo hubiera sido tan diferente. Todo. Todo. Todo. todo.
Encontrar la otredad.
No hay nada peor que ver la imagen de lo que uno pudo Ser.
Pero jamás llegar a serlo.

Pero...¿cómo saber que no estoy exagerando esto?

Todo. Todo. Todo. Todo.
Pero ya, Basta ya.
Ya es hora de que alguien muera.
Ya es hora de que llueva.
Ya es hora de dejar todo.
Ya es hora de que me deje de importar todo.



Bah, a quién engaño. Pero en serio, ya es hora de que alguien muera. Rápido. Rápido. Rápido.
Todo está mal. Pero debo encargarme de que otro sufra, de tanta preocupación. Masticar la paranoia. Vencer al Karma en su propio juego.

Pero todos saben que no será así. La catársis es buena, utópica. He perdido. Todo.

Ya no sé qué hacer. Qué bajo puede llegar a caer uno. Pero haré caso omiso de todo. Seguro estoy exagerando. Estoy segurita que es eso.

Ojalá.

No Victims At All.

God loves his children.