Lo último

miércoles, 30 de marzo de 2005

Comencé a caminar buscando lo que todos quieren.
Tratando de ver por qué tan importante es.

Pero qué tristeza fue la mia al no hallar algo para acabar mi búsqueda.
Con falsas esperanzas seguí el camino y, al no hallar algo, decidí perderme.


Y heme aquí, viendo a la luna desnudarse para la noche y al cielo llorar de alegría al ver a

ingenuos como yo, tratando de encontrar lo que quieren

"¡Qué idiotas!"
Le escuché al aire cuando pasó.

Sin duda la razón se queda atrás cuando uno ve que la verdad de veneno llena está.

Todo está vacio.

No sé si así debe ser.

Duda

lunes, 28 de marzo de 2005

¿No será, digo yo, que en vez de que yo me sienta vacía y llena de ideas sin dar a luz, el mundo es el que me hace sentir así y que yo sigo con mi rutina diaria?

No, ¿verdad?

¿No será que ya me cansé de tomar al Oxigeno como droga, y que sólo quiera ver la realidad como es, ahogada y misteriosa?

No, tampoco.

¿O tal vez, es cuando uno tiene frases escondidas que se enredan en las cuerdas vocales que no pueden ser descubiertas, por temor a desafinar una palabra?

Puede ser....

¿O es de esas veces en que sólo existes para los demás, mientras que en tu mente, sabes bien que eres la nada hecha carne?

no...

¿o es de esas veces en que uno está, pero no sabe si eso es lo que se quiere...?

Si, eso debe ser.

Como fue que me dí cuenta de que ya no era yo, si no "yo"

Cada que escucho la frase "Oye, ¿Qué te pasa? ¿Por qué ya no eres como hace algunos años?" siempre me pongo a pensar: "si, ¿qué fue lo que pasó?".


Y lo primero que pasó fue eso. Empecé a pensar, y a casi nadie le agradó.



Cambié mi infancia por responsabilidades, mis pasatiempos por otros y tal vez, sólo tal vez, hasta mi forma de hacer nada por la forma de pensar y reaccionar.



Cambié la música por otras notas, cambié algo de la atención que me daban por más privacidad.



you can haaaave it aaaaaall

you can haaaave it aaaaaall






Me di cuenta de que muchas cosas que tenía se han ido, pero no por voluntad, sino por que yo quise.
¿Lo extraño?
¿se extraña?
¿Lo extrañas?

si

no

tal vez

no sé



.



-¿Qué te pasó? (decía alguien mientras caminábamos)
- ¿De qué?
-No sé, siento que has cambiado
-sí
-No sé
- ¿A qué te refieres?
-Tu forma de hablar, de pensar, no sé...todo todo




Cambio y ¿adaptación?




Mis manos están frías. Oigo la música.
palabras
una guitarra
una voz
un grito
un coro
un bajo




Me di cuenta que cambié muchas sílabas por palabras (si, buenas y malas)



Mi familia se queja de que me quejo. (y también se quejan de que me queje con esas palabras)


Me quejo de la escuela.



Adaptación.



He encontrado que quiero muchas cosas, pero en un futuro, alterno, no me veo con esas cosas....



La costumbre me ha atrapado.
La costumbre.



Después de analizar todo, me di cuenta de que no soy quien solía ser...







Y no me arrepiento.

Aunque no niego...
que a veces me caigo mal.
¿Alguién se ha podido encontrar?
Es como cuando un espejo encuentra la cara de otro. Se encuentra en un infinito.
¿Es posible encontrarse?

Pero...

¿Por qué nadie ha entendido, aún, el significado de una idea?
Todas las buenas cosas empiezan con una idea....
...y también las cosas malas nacen de ahí.

All is in the mind.

Es cuestión de enfoques.

Hoy te amo.






y para no agonizar por ti, he decidido matarte.

Al menos en la mente.

Te encontré
Te perdí
Te extrañé
¿Te alcanzaré?

Sólo tú lo sabes. ¿Verdad? o, igual, ¿te engañarás?
Y..¿sabes qué es lo peor de todo?

Que tú aún no existes.
¡Qué patético!

Cuando las cosas se ven en otro lado

jueves, 24 de marzo de 2005

Razones de códigos y tags.

Texto

Carmen.

miércoles, 23 de marzo de 2005

Carmen es una mujer realmente hermosa. Su pelo es color rojo, un rojo tan intenso como la sangre; sus labios son grandes, carnosos y deliciosos. Ella era la inocencia y la sencillez hecha persona.

La conocí por su música. Cuando yo me encuentro en mis clases de artes plásticas, pues nuestros salones están juntos, asi que mientras ella toca el violoncello yo hago las obras más perfectas en su estilo, recordando la finura de su cara y lo hermosos que son sus ojos. Las notas que ella pronuncia retumban en mis oídos, asi como un beso que recorre el cuerpo en la oscuridad de una noche de otoño.

No había duda que la amaba.

Un viernes que la invité a comer, estuvimos platicando buen rato acerca de su vida: cómo nació su amor por la música, por el violoncello y por otras cosas. En el momento en que ella le ponía sal a su ensalada, tuve que explotar.

-Carmen…

-Si, dime

-Tengo que decirte algo…

-Te oigo- sonrió

-La verdad es que desde hace mucho tiempo estoy enamorado de ti, de tu música, de las notas que grita tu violoncello en el salón vecino. Adoro la forma en que hablas, en que caminas y en que respiras. No puedo dejar de pensar en ti, en tus deliciosos labios ni en tus bellos ojos. Te amo.

Ella se quedó pensando, sin ninguna facción facial. Solo me veía y yo a ella.

-¿Sabes? Me tengo que ir, si quieres yo pago la cuenta.- me dijo sonriendo.

-No, no te preocupes…-Le dije, con la sonrisa más falsa del mundo.

-Nos vemos después, ¿vale?

-Si claro, adiós-

-Adiós.

Regresé a mi casa sin sentimiento alguno. No sabía si estar feliz por que le había dicho toda la verdad o estar triste por la manera tan indiferente en que ella lo había tomado. No era tan sencilla como lo había pensado.
Esa noche estuve viendo la luna llena y las estrellas, con una buena y amigable botella de vino tinto, del mismo color que el cabello de Carmen. Me acosté y lloré hasta que mi mente me dijo que era hora de dormir.

No fue sino hasta el miércoles cuando decidí ir a la escuela, quería seguir en mi casa escuchando música y durmiendo, pero tenia que regresar, con o sin Carmen. Estaba sacando mi material cuando escuché que ella llegó, abrió el salón de música y se encerró a practicar un concierto para Violoncello. No podía concentrarme; mientras yo modelaba la plastilina, escuchaba sus palabras, las notas dejaron de existir y ya solo escuchaba su voz, susurrándome dulces palabras. No aguanté, tiré los materiales, salí corriendo del salón y entré al suyo.


-Hola - dije algo colérico.

-¡ah! Me asustaste, hola, ¿cómo estás?

-mal, muy mal.

-¿Por qué?

- Por favor no me veas con esos malditos ojos de indiferencia, Carmen, bien sabes porqué…

-ah…si, eso- mientras dijo eso, bajó la mirada, acomodó sus dedos en el violoncello y empezó a tocar.

-¿Por qué no me dices algo? ¿Que no ves que estoy enfermo de ti? ¡Me da rabia que no le veas importancia! Vomito sangre de solo pensar en ti. Te veo en las nubes, en las estrellas, al lado de mi cama, en todos lados menos conmigo.

Ella no dejó de tocar.

-¡Deja de tocar! Te suplico una respuesta, por favor, mátame, lastímame pero no me abandones en el silencio

En un repentino cambio, alzó la mirada y con su sonrisa me dijo:

-¿Qué te parece si hablamos de esto en otro momento?

-ah….claro, si.

-Gracias.

Salí y cerré la puerta. Me quede pensando un momento en lo ocurrido. Me di la vuelta y al tratar de abrir, ella ya había puesto seguro a la puerta. Regresé a mi salón, recogí mi trabajo y seguí modelando la figura en plastilina... y la hermosa figura de Carmen en mi mente.

Cómo me hubiese gustado ser sordo durante esos 120 minutos.


Iba yo de salida cuando escuché su voz, no en notas.


-Hola, ¿nos vamos?

-¿qué?

-Si, vamos a hablar de nuestro asunto, ¿no?

-ah, claro – dije con la indiferencia más falsa del mundo.

Llegamos a mi casa y nos sentamos en el sofá negro. Jamás me gustó ese sofá, pero fue un regalo de mis padres y fue imposible tirarlo. Le invité unos vasos de Vodka y platicamos muchas cosas; de sus ideales, de los míos, de sus problemas, de los míos y un largo etcétera.

Después de un rato de cosas inútiles, por fin surgió el tema.

-Tengo algo que decirte, Antonio.

-…ah, dime

En ese momento ella se acercó y me susurró suaves notas al oído y después me dio un gran beso, al cual yo respondí con una caricia en su mejilla. Yo cerré los ojos, pensando en lo maravillosos que eran esos besos con sabor alcohólico. El momento era éste, yo me encontraba recorriendo toda la geografía de su cuerpo, recorriendo sus llanuras, sus montañas, sus vertientes, sus olas, el misterio de su naturaleza.

Cuando me di cuenta, estábamos abrazados en el sofá negro que tanto me disgusta. Recordé todos los momentos de esa noche y me levanté, tomé un poco de vodka y fui a mi cuarto. Ella abrió poco a poco los ojos hasta que por fin se levantó. No podía recordar lo que había pasado, pero al hallarse desnuda y ver la botella de vodka en el suelo, dedujo lo que había pasado. De repente, salí de mi cuarto y la saludé.

-Hola, ¿cómo amaneciste?

-bien, con un poco de dolor de cabeza.

- no te preocupes, esos dolores son pasajeros.

-si, tienes razón.

Nos quedamos viendo el uno al otro, ella me sonrió y yo le respondí la sonrisa.

Después de cinco minutos de silencio fui a mi cuarto, otra vez, a traer la figura femenina de plastilina que había moldeado la tarde anterior y se la enseñé.

-¡Que belleza!- me dijo.
-Si, pero siento que le falta algo.
-¿cómo qué?

En ese momento tomé las tijeras que estaban en la mesita de centro y la apuñalé en el pecho; ya no se le notaba tanto la sonrisa.

-¿Por qué? ¿Por qué me haces esto?

Baje la mirada, saqué las tijeras de su pecho y las coloqué en el estómago.

-¡No lo hagas! ¡Por favor! ¿Por qué? – Empezaron a correr las lágrimas de sus grandes ojos- ¿Por qué lo haces, Antonio? ¡Déjame!

En ese momento cerré los ojos y empecé a atacarla por todo su cuerpo, dejó de ser un mapa sensual y se convirtió en una bolsa de carne putrefacta.

Salí corriendo directo a mi cuarto. Después de tomar un poco de aire, me bañé, me vestí, fumé 3 cigarrillos y me puse algo de perfume. Salí y lo primero que noté fue su cuerpo descansando inmóvil en el sofá que ya no era negro, sino rojo, como el cabello de Carmen. Me agaché, corté un mechón de su cabello, lo sumergí en un poco de sangre que estaba en sus carnosos labios y puse el mechón en la cabeza de la figura de plastilina.


-En efecto, eso es lo que me faltaba.


Al voltear, vi sus grandes ojos azules, quietos, silenciosos, viéndome. Permanecí en silencio. No estaba nervioso, ni feliz y mucho menos triste.

-Hay que aceptarlo, Carmen, era justo que hiciera esto….sabes bien que no me llamo Antonio, asi que no me mires así, fue el alcohol el maldito medio para que me amaras.

Agarré su cabeza y la volteé para que viera la pared y no se volvió a tratar el asunto.

Es una lástima, una verdadera y jodida lástima. Esas piernas ya no serán para su violoncello ni para el bastardo de “Antonio” que la amó y abusó de ella en una sola noche.


Pero lo que más duele, es que Carmen jamás fue, ni será, pertenencia mía.

Cuando el mundo empezó a conspirar contra mí.

Recuerdo aquél día, en que quise Olvidar guardar mi vida en alguna una parte e irme lejos con una carga menos. Era obvio que en una maleta no iban a caber todos los recuerdos de mi familia, mis amigos y todas esas cosas que uno encuentra al caminar (en el suelo, muchas veces). El tiempo corría y yo no tení­a lugar.

El miedo se apoderaba de mí­. Veí­a el reloj y ya no sentí­a el pulso de mi corazón.

No tuve elección. Me llevé todos los recuerdos. Corrí a ningún lugar y en ninguna parte me detuve a decansar.

Me senté y vi el cielo.

¿Qué caso tiene huir?
¿Qué caso tiene quedarme?
¿En qué estoy pensando?
¿Qué?

Regresé y vi nada.

Me di cuenta de que el mundo notó mi egoí­smo y decidió dejarme sola.

No podía respirar, me senté y lloré hasta morir.



Jamás había sido tan feliz

 
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