El miedo se apoderaba de mí. Veía el reloj y ya no sentía el pulso de mi corazón.
No tuve elección. Me llevé todos los recuerdos. Corrí a ningún lugar y en ninguna parte me detuve a decansar.
Me senté y vi el cielo.
¿Qué caso tiene huir?
¿Qué caso tiene quedarme?
¿En qué estoy pensando?
¿Qué?
Regresé y vi nada.
Me di cuenta de que el mundo notó mi egoísmo y decidió dejarme sola.
No podía respirar, me senté y lloré hasta morir.
Jamás había sido tan feliz
1 comentarios:
oye, que gusto leerte! un blog para la apariencia y el otro para el alma supongo?
Publicar un comentario