Estado Emocional Tamaño Cer0

domingo, 23 de abril de 2006

Estoy así como que en un estado emocional tamaño cero. No sé qué quiero, no sé qué hago. Sólo sé lo que leo y lo que sueño. Trato de no llegar a ser como Elena.

¿Qué? ¿No conoces a Elena?

Ella era una chica de 19 años, nunca sabía qué hacer con su maldita y ocupada vida. Siempre llegaba y me platicaba que tenía muchísimas cosas en la mente como para preocuparse por su sueño, su descanso. Cuando íbamos a comer, con un grupo de amigos, ella siempre nos decía que una vida como la suya jamás debía ser desperdiciada. Ella se veía a sí misma grande. Yo sólo la veía enorme si la comparaba con Lenin.

Siempre mostraba ser alguien muy indiferente. Pasaba muy poco tiempo con su familia, no se llevaban muy bien y como que ellos siempre salían por su lado y la dejaban sola. Esos mequetrefes sólo pensaban en ir al cine, ir a dar un paseo y todas esas cosas que, al fin y al cabo, vienen valiendo pura mierda para Elena, pues ella era una mujer de 40 años encerrada en un cuerpo no muy vigoroso de una adolescente en pleno ciclo menstrual.

Todo lo tenía bien ordenado, ya sea por colores, formas, nombres, fechas, etcétera. Hacía sus deberes, leía un poco, hacía un poco de limpieza en su cuarto y después le ponía atención a su aseo personal. No le interesaba nadie, pero eso no importaba, era recíproco. Alguna vez le llegó a interesar un chico, pero él tenía como novia a una de esas chicas *bonitas* y siempre se besaban frente a ella. Por eso, tal vez, Elena perdía poco a poco la fe en los demás y lo único que le quedaba era tener fe en ella misma. Además, decía que jamás ocuparía tiempo de su vida en cosas tan superfluas. De todos modos, las cosas jamás acaban como en la televisión.

Oh, por que eso sí, ella sí miraba la televisión. Era uno de sus grandes secretos. Me lo contó una vez que fui a su casa y hubo alcohol como intermediario (yo fuí la que se puso borracha, ella sólo me veía desperdiciar neuronas mientras me decía que si vomitaba me iba a echar a patadas de su casa). En fin, como ella pensó que yo estaba tan borracha que no iba a recordar nada, me contó muchos secretos. Bastante idiotas, pero, al fin y al cabo, secretos. Me dijo que miraba telenovelas para preocuparse por lo que le pasaba a los personajes, veía las noticias para no sentirse tan desconectada del mundo y veía canales de música para ver si algún día descubría esa canción que la haría llorar día y noche por cualquier estupidez. ¿Que cómo lo recuerdo? Bueno, la verdad es que sólo me tomé un desarmador, tal vez dos. Fingí estar borracha para insistirle, de manera jocosa, que me contara cosas sobre ella y, a parte, para que yo también le contara algunas cosas sobre mí, al menos para que no se llevara una mala impresión...después de todo, yo había ido a su casa por unos apuntes de matemáticas y, cuando me di cuenta, ya estaba abriendo la botella de vodka que descubrí en la cantina de sus padres. De hecho, me salió tan bien la actuación que hasta casi vomito de verdad. Ya terminando la plática, dormí un poco en su alfombra. Parte del acto, pues. Ya entrada la noche regresé a mi casa, con la idea de que ella al menos se había desahogado un poco al contarme tan bárbaras cosas.

No sé por qué pero me caía muy bien. Eso sí, jamás me gustaría ser como fue ella: Llena de tareas absurdas, ideas reprimidas y sueños censurados. Con todas esas cosas hasta me atrevo a decir que su suicidio no fue culpa de la gran borrachera que tuvo, claro, a causa de la curiosidad que le dio por verme tomar vodka en su modernísimo living. Después de todo, sólo una mujer consciente, como ella, aceptaría el reto de apuñalarse en el pecho el abrecartas del elegante escritorio de su papá. Además, no creo que ella, estando borracha, hubiera hecho corte más fino en su cuerpo: Elena era una de las pocas personas que, a pesar de no haber amado, sabía perfectamente dónde estaba el corazón y en qué forma lo debía atravesar.

6 comentarios:

Scarlett Freyre dijo...

tambien estoy en esa

Diana dijo...

¿podriamos hacer un club?

Wendy dijo...

waw me gustó mucho el final de tu relato. Mira, yo hoy me sentía del nabo: sin dinero, con responsabilidades, en un trabajo de hastío, gordis y con calor.Mucha frustración. Tenía muchas ganas de llorar, ¡miserere mei!Pero me tomé mi pastilla y ahora ando X.
Y me pregunto si será la química o qué, o dónde quedé yo o qué pasó. En fin, hay días.
De que los hay, los hay.
Muchos saludos.

[Akira] dijo...

Creo que seria mejor si todos supieramos nuestras vulnerabilidades, pero ultimamente creer no es mi fuerte. Saludos Doña Quequequequeque[stop] :)

Octopus Queque dijo...

-Scarlett: Quién no?

-Diana: Algo así como el club de la pelea pero menos (violento fisícamente). Oye tu blog me encanta!!! pero siempre me voy sin saludar, se me debe quitar esoooooooo. Muchos saludismos =D

-Wendy: Hace unos pocos días me sentía bieeen abajo. Pero yo no tengo pastillitas felices. Y tienes razón, hay días. Pero lo malo es cuando se hacen semanas, meses. Qué caray. Un abrazo.

-Akira: Lo malo es que uno sabe todo lo malo del asunto. El secreto, tal vez, es ser sincero con uno mismo (e igual con los demás, digo). No te pasa que estás triste, quieres contárselo a alguien y éste sólo te dice las cosas en su fatalista realidad? Es lo malo, cuando uno está triste quiere oir las cosas como uno quiere. Escapara de la realidad, como digo.

Saludos a todos!!! =)

Diana dijo...

Gracias por las flores, y gracias por tu participación en el cuento que está quedando bien bizarro pero chido, entrale las veces que gustes y a mi también me gusta mucho tu blog. Abrazo.

 
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