Y no hay razón alguna. La tristeza está en el aire, para quedarse. La duda y la confusión hacen el trago amargo del momento, lento, notable; como el proceso de oxidación en algún metal.
La falda de la ignoracia me cubre los ojos. Me harto, al punto de detestarme.
Busco Respuestas en lugares equivocados, lugares donde perfectamente se sabe que es inútil buscar.
¿Por qué? No lo sé.
No hay consuelo. Todo es tan crudo y exagerado, vulgarmente exagerado, al menos eso creo yo. ¿Tiene algún significado? Para mi sí. Y no pido nada más que ver qué pasa. Quiero darme cuenta de en qué estoy nadando, a donde voy y, en dado caso, a dónde bajo.
El atardecer, siempre tan bello, tan sorprendente. El viento corre deprisa hoy. Y yo, tan frágil, tan ignorante. Sin tí.
Ciega estoy. Vulgar y exageradamente Ciega.
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