A Time To Be So Small

viernes, 22 de enero de 2010

Tuve un mal día. Todo se me juntó y aunque salí ilesa y pude resolverlo todo, no pude evitar sentirme encasillada y liberada. Es una sensación rara, como si pudieras tener todo el control del mundo sobre los problemas que tienes pero decides consumirte en ira de manera terrible, como si fuera necesario aunque sea estúpido. Un amigo casi me ve llorar de coraje, pero le dije que mejor me iba a mi casa a comer. Muchísimo trabajo, perdí la posibilidad de tener algo súper (oh sí, el materialismo que no tienes), un viaje innecesario con el sol en la cara y sentada junto a un mara salvatrucha. Luego me enojé más y tiré mierda a diestra y siniestra. Llegué a casa y me dio resfriado. Intenté dormir y no pude. Ya después también me di cuenta de que no he hablado con uno de mis mejores amigos por 9 meses. Ya en la noche lloré tantito escuchando Interpol porque de plano me llegó (oye, el Antics es grande). Después de relajarme y después de un sushi riquísimo, me di cuenta de que nada es para tanto. Sí, hace tiempo que no me sentía tan engentada, pero salí ilesa, ¿No? Nadie se quejó y hasta personas me felicitaron. Sí, no tuve ese objeto de adoración material, pero bah, nada que no pueda conseguir con una ida al centro. ¿Un viaje innecesario? Ese tal vez sí estuvo medio feo porque el chofer era como fanático de Paul Van Dyke y pensó que sería bueno que todos lo escucháramos a todo volumen. Pero hey, tuve una paleta de coco con chocolate. Algo me dice que mi amigo regresará y volveremos a comer hamburguesas y hacer comentarios sobre la vida artística de Fey. Viene Muse a México y no sé si él está al extremo de la emoción saltando sobre su cama, como cuando se enteró que ese grupo vendría hace 2 años. Este año no iré a verlos. Y lo demás, bueno, no negaré de mi ingenuidad, pero todo se lo debo a la institución de la promesa. Porque si todo está bien, todo está bien, ¿No? Mi mamá hizo su deber-como-mamá y me apapachó y me dijo que todo está bien, que trabajo siempre habrá, que las cosas nimias siempre se comprarán y que el amor es raro e inconstante. Le llamamos a mi tia, quien me dijo que traerá un enrollado de chocolate de Guerrero, mi pan favorito. Leí en Bullet Park de Cheever que lo puro siempre empieza por lo limpio, así que accederé a arreglar mi cuarto, como si con eso evitaré el hecho de llenarme de stress una vez más. Y como siempre voy a esperar a que el día acabe, estoy ansiosa. Me quedaré en esta sillita, esperando a que el día acabe, esperando otro día de trabajo, más cosas súper que hagan cosas chéveres (y que pueda comprar), el amor (aunque sea raro e inconstante), chistes sobre Fey y un enrollado de chocolate de Guerrero.

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