Regina sentía la voz entrecortada mientras trataba de expresar lo que sentía. Sin embargo, lo único que sentía en esos momentos, era su voz entrecortada, la mente nublada.
Los suspiros se le quedaban en la laringe y ella se negaba a manifestarse en otra faceta que no fuera la de la pasividad.
Regina adolecía. Risas, qué más puede uno decir.
Llegando a su casa, subió a su cuarto, para acostarse y no hacer nada. Le dolía. Pues es que sí, sí duele.
Después se durmió, pensando que mañana debía estar en tantos lugares y que, en este caso, no había espacio para la posibilidad de la ausencia.
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1 comentarios:
Si duele, y sorprende frecuentemente que la ausencia no pide espacio, lo toma donde uno ménos lo imagina...
buenas letras. Gracias
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